Tiempos de Resurgimiento: el enfangado

Enero, la eterna y laboriosa cuesta de enero es como un fango del que salimos airosos como podemos a finales de febrero. Enero es el comienzo del año, aunque a veces tengamos la sensación de que el año empieza en septiembre. Como el ciclo del arroz.

Ciclo épico de larroz

 Mira si estamos ligados a nuestra razón de ser: nuestro ciclo burocrático es el ciclo vital que tiene el arroz con la tierra. Nuestro compromiso con hacienda es el compromiso que tiene el arroz con la tierra. Casi casi lo mismo…una nos chupa la vida y la otra nos la da.

Pero, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Básicamente el tiempo. El contexto. El mes. Porque este mes de enero, en el ciclo vital del arroz, es el mes del FANGUEO. Después de los meses de siegay recolecta de la siembra anterior, como un autónomo al final del año absolutamente enfangado en las resacas navideñas y la declaración de la renta,la tierra se ara y enfanga para volver a empezar, para empezar con fuerza, para resurgir. Es gracioso el paralelismo y no es baladí, porque en el mundo agrícola, también se habla de burocracia entre el arroz y la tierra, porque el proceso del que vamos a hablar “completaría el ciclo de la economía circular”de éste. Y aunque entre el gremio de agricultores hablen de economía circular,es un ciclo con poesía: Nunca hay un final, siempre hay que volver a empezar,el ciclo de la vida es como un mantra. Y cada ciclo tiene sus tiempos. La oobtenecion del arroz es delicado,necesita todo un año de proceso, por eso es un ingrediente tan especial aún apesar de ser tan popular.

El arte del Fangueo: transformar el barro en sostenibilidad agrícola

Pues bien, después de la recolecta de septiembre y la quema de la paja en octubre, entre noviembre y diciembre se inundan los campos para reblandecer la tierra e ir generando fango. Es ahora, entre enero y febrero cuando se vacía el agua de los campos para así empezar a fanguear.

El fangueo es una tarea agrícola tradicional que básicamente mantiene y acondiciona los arrozales. Se bate la tierra mediante unas ruedas con rejas de hierro que mezclan la tierra y la paja quemada del arroz. La superficie de la tierra, al estar ligeramente inundada en esos meses previos, necesita airearse además de necesitar que la paja y los restos de la siega se incorporen al suelo para la preparación del terreno de la próxima siembra.Esta práctica agrícola es sostenible porque reduce el uso de herbicidas, neutralizando la aparición de plantas adventicias y retrasando el crecimiento de las malas hierbas.

Biodiversidad unida en nuestros campos

A este proceso de resurrección se suma la llegada de miles de aves que se concentran en estos terrenos durante estos meses porque nuestros campos se llenan de alimentos. La diversidad de aves acuáticas migratorias que puede verse en estas épocas es realmente preciosa y vasta, desde garzas, espátulas, gallos azules, chorlitos dorados… e incluso ¡flamencos! Cuando pasa el tractor, pueden verse todos los pequeños invertebrados como gusanos o cangrejos de agua dulce que sirven de manjar para todas esas aves. Un espectáculo natural muy propio e inigualable de nuestras tierras.

No hay fase del arroz que no resulte épica a nivel narrativo; hasta la fase del fango, que de primeras puede parecer farragosa, sucia y poco atractiva, tiene su poética.De la paja del arroz anterior se consigue la mezcla con la vida, que es el barro que produce la propia tierra, creando así un magnífico fertilizante natural del que comen aves y del que nosotros podremos sacar nuestro alimento.

No se puede escribir otra cosa que “gratificante y sorprendente” proceso.

Ojalá el proceso circular económico del hombre tuviera tanta poética.

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